¿ Recordáis ese día en la escuela en el que os preguntaban que queríais ser de mayor? Yo si, como si fuera ayer. Y también recuerdo cual fue mi respuesta, sin dudarlo ni un momento dije que quería pintar.. Así es, pintar.
A sido desde que tengo uso de razón mi afición favorita, más que una afición era una necesidad, no podía pasar un día en el que no pintara y se me daba genial. ¿Y sabéis que? Llevo mucho tiempo sin hacerlo, tanto que seguramente ya ni siquiera sepa como coger un carboncillo entre mis dedos.
Recuerdo también que desde niña, conforme pasaba el tiempo, ese deseo de pintar para transformarlo en una forma de vida se hacia mas fuerte, se convertía en mi sueño... Soñaba que algún día trabajaría en una gran galería o en un reconocido museo de éxito. Me imaginaba que algún día sería una buena copista y que copiaría y/o ayudaría a restaurar grandes obras de arte.. E incluso me veía saliendo de mi taller toda manchada de pintura con unas pintas horribles a explicarles a un montón de gente importante en que consistían esas obras, que significaban, de donde provenían, cual era su composición, y porqué razón él o la artista las había creado, y que por supuesto yo sacaba mis copias y las enseñaba orgullosa... Ese era mi sueño, mi objetivo, pero no sé cómo, ni cuando dejé de hacer lo que más me gustaba en la vida. Y ahora estoy aquí esforzándome jodidamente para estudiar algo que tan siquiera me gusta, y ¿para qué? Para acabar teniendo un buen trabajo, con un buen sueldo y unas buenas vacaciones.. Llamadme imbécil, pero yo no quiero eso, prefiero estar 20 horas al día encerrada en un taller pintando, haciendo algo que me apasiona, a estar 3 horitas diarias en cualquier oficina...
Y, joder! ¿para qué están los sueños si no son para cumplirlos? Quizás sea hora de sacar mi vieja caja de pintura y empezar a recordar esos sueños, y porque no, algún día, cumplirlos.
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