miércoles, 10 de octubre de 2012

Esas estacas que nos impiden ser libres...

Cuando yo era pequeña me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales, me llamaba especialmente la atención el elefante, que como más tarde supe era también el animal preferido por casi todos lo niños.
Durante la función la bestia hacía gala de un peso, de un tamaño y de una fuerza descomunales, pero después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas, sin embargo la estaca era solo un minúsculo trozo de madera apenas enterrado a unos centímetros en el suelo, y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza podría liberarse con facilidad de la estaca, y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente, ¿Qué lo sujeta? ¿Porque no huye?, cuando yo tenía 5 o 6 años todavía confiaba en la sabiduría de los mayores, entonces pregunte a un maestro, a un padre, a un tio por el misterio del elefante, alguno de ellos me explicaron que el elefante no se escapaba por que estaba amaestrado, hice entonces la pregunta obvia, si está amaestrado ¿Porque la cadena?, la verdad es que no recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo olvidé el misterios del elefante y de la estaca, y solo lo recodaba cuando me encontraba con otros que también se habían echo esa pregunta alguna vez.
Hace algunos años descubrí por suerte para mi, que alguien había sido lo suficientemente sabio, como para encontrar la respuesta. El elefante del circo no escapa porque a estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño...  Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca, estoy seguro de que en aquel momento el animalito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse, a pesar de sus esfuerzos no lo consiguió, porque aquella estaca era realmente demasiado dura para él, imaginé que el elefantito se dormía agotado, y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que un día, un día terrible para su historia futura, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo, no escapa porque cree, el pobre, que no puede, tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió, realmente  poco después de nacer, y lo peor es que jamás a vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo, jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.
Y así es, todos somos un poco como el elefante del circo, vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que no podemos hacer montones de cosas, simplemente, porque una vez, hace tiempo, cuando eramos pequeños lo intentamos y no lo conseguimos, hicimos entonces lo mismo que el elefante, grabamos en nuestra memoria este mensaje: "No puedo, NO PUEDO, y nunca podré". Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca, nunca volvimos a intentar liberarnos de la estaca.
Cuando a veces, sentimos los grilletes, hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca, y pensamos: "No puedo y nunca podré"

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